Según algunos medios de comunicación, el uso de robots y AGV es la respuesta a todos los problemas en la zona de trabajo del almacén. ¿Pero es eso cierto? Ni mucho menos. No todo mejora si sustituimos a las personas por máquinas. A continuación trataremos tres malentendidos sobre la automatización en el almacén.
Malentendido 1: La automatización del almacén acelera el proceso
Según dicen, la productividad en la zona de trabajo aumenta gracias a la automatización. Eso es cierto en cuanto a la productividad por empleado. Si sustituyera una carretilla por un AGV, el conductor de la carretilla sería prescindible. Es decir, se realizaría el mismo volumen de trabajo con menos personas. Sin embargo, esto no significa que el proceso tenga porque ir a una velocidad superior.
Según las normas de seguridad, la velocidad de los AGV debe estar limitada. Siendo especialmente importante cuando se desplaza entre personas. Después de todo, el sensor de seguridad del que disponen necesita el tiempo suficiente para detectar peatones u otros obstáculos y parar la máquina. Por lo tanto, a la práctica, una carretilla convencional con conductor suele ser más rápida.
Pero no todo se reduce a la velocidad. Los seres humanos nos cansamos, despistamos, comemos y después de la jornada tenemos que descansar. Un AGV puede trabajar 24 horas al día, sin pausas y sin fallos. Más que velocidad, gracias a la automatización conseguimos mejorar la calidad del trabajo y la seguridad del almacén.
Malentendido 2: Con los AGV en la zona de trabajo, las personas sobran
Un AGV hace el mismo trabajo que una carretilla, por ejemplo: desplazar pallets u otros soportes de una línea de producción al almacén. Ese tipo de equipos no necesitan conductor, evitando que el trabajador realice el mismo trayecto innumerables veces al día. No obstante, un AGV no convierte a las personas en prescindibles.
El conductor de la carretilla hace más que ir de un sitio a otro: vigila los pallets y posiciona correctamente los artículos descolocados en su sitio; de ser necesario, lleva los palés a la zona de embalaje y revisa su contenido, incluso supervisa si los códigos de barras son ilegibles. Estas tareas desaparecerían sin el carretillero, se trata de tareas que deben ser realizadas por otros compañeros u otro tipo de soluciones para evitar interrupciones en el proceso.
Además, se necesitan empleados que gestionen las soluciones de automatización y los AGV. Ellos vigilan el estado de las máquinas, detectan averías y las solucionan. De ser necesario, realizan pequeñas modificaciones, como ajustar la ruta de un AGV.
Para ello, no son necesarios tantos recursos como para operar las carretillas, pero sí se necesitan trabajadores con conocimientos de los sistemas y procesos.
Malentendido 3: La automatización del almacén lleva al orden y la limpieza
La apariencia de un almacén automatizado, en parte o completamente, difiere de la de un almacén sin automatización alguna. En un almacén sin automatización, se siente y se ve el ajetreo, no siempre se puede hablar de una zona de trabajo limpia y ordenada. Las carretillas se mueven por todas partes, las mercancías pueden encontrarse desordenadas en el almacén. En una operación automatizada existe una estructura, orden y limpieza.
Todo eso es cierto, pero la estructura, el orden y la limpieza no son una consecuencia de la automatización. Es un requisito para poder automatizar.
Un AGV no funciona bien en un entorno sin trayectos fijos o lugares de carga y descarga predeterminados. Además, no serían rentables si tuvieran que pararse cada vez que su trayecto está bloqueado por un pallet o porque el suelo está sucio con materiales como cartones, maderas o plásticos.
En la práctica, los requisitos previos a la automatización casi nunca se cumplen. Lo cual implica una estructuración previa de los procesos y procedimientos, así como un cambio de la mentalidad en la empresa. Para que la automatización sea exitosa todo el mundo tendría que trabajar de forma estructurada y disciplinada.